Este fin de semana ha estado redecorando mi armario, y
para ello me he ido de compras y he adquirido un montón de nuevas gangas.
Me encanta ir de rebajas, no entiendo a esas personas que
no les gusta simplemente porque no creen que puedan adquirir un producto a mitad
de precio y porque piensan que detrás de ese descuento se esconden un sinfín
de taras.
Yo tengo la teoría que son personas desconfiadas,
personas que invierten gran parte de su vida buscando problemas o
inconvenientes donde no los hay, se pasan la vida “buscando taras”, porque vamos a ver, si una tienda que te mola
está de liquidación, de remate total, entra y vuélvete majareta, revolviendo
por aquí, estirando por allá y adquiriendo un sinfín de oportunidades aunque es
posible que alguna de ellas no llegue a ver jamás la luz del sol, pero ese instante
de felicidad ya no te lo quita nadie.
Pues mirad todo lo que me he comprado.
Un pañuelo cuadrado
en seda estampada con motivos florales para el primer cumpleaños de la
princesa Pauletis, porque el primer cumpleaños se ha de celebrar por todo lo
alto, y por eso invitaremos a familia y amigos para compartir con ellos un día
tan especial y claro ese día la madre de la homenajeada tiene que estar de lo
más elegante.
Un gorro de algodón amarillo
reflectante para la función de final de curso de la princesa Lucietis, porque
quiero que mi princesa identifique en
qué butaca está sentada su orgullosa madre, aunque creo que la pobre ya se dará
cuenta cuando me vea aplaudiendo y gritando como una loca “Lucía!!, Lucía!!!! guapa, guapa, más que
guapa, está aquí la mama, mira, mira”
También me he comprado un buff de algodón estampado con
lunares de colores para ir al concierto de Joaquin Sabina y Joan Manel Serrat,
ese par de canallas que se atreven a llamar a las cosa por su nombre y que en
su nuevo disco “La orquesta del Titanic” rinden un merecido homenaje a todos aquellos músicos, que a pesar
de estar viviendo una verdadera catástrofe, siguieron tocando hasta que el
barco se perdió en las profundidades del mar, perfecta metáfora de mi momento
actual, aunque os puedo asegurar que no tengo ninguna intención de hundirme en el
océano.
Un gorrito de rayas azul marino y grana que estrenaré el
día de la final de la Copa del Rey, que sinceramente me importa tres pitos
donde se juegue, lo que realmente me interesa es que cuando el árbitro pite el
final del partido, los blaugranas sean los campeones del torneo. Este modelo lo
repetiré gustosamente en caso de llegar a otra final (aunque he de ser prudente
y no adelantar acontecimientos) y mira que yo no soy de repetir modelitos pero
si tuviera que ponérmelo una tercera vez, oye, ningún problema me lo pongo sin
rechistar.
También me he comprado un pañuelo estampado con ositos de
peluche en tonos pastel, para cuando vaya a visitar a mi amiga Cristinita y a
su marido, Jordi, el día que se estrenen como padres. Fantástica pareja y
grandes bebedores de jarras y jarras de agua de Valencia. La verdad es que yo no
soy una apasionada de los ositos pero como sé que a ella le encantan cuando lo
vi en el escaparate no me pude resistir a darle ese gustazo.
Un pañuelo de rayas de colores para los cafés que
comparta con mis compañeras de trabajo, recordando anécdotas y haciéndonos unas
risas, porque prometo no volver a repetirlo y seguramente me voy a arrepentir
de lo que voy a decir pero ¡que ganas de volver a trabajar! Ves, lo sabía soy
una bocazas, ya me estoy arrepintiendo.
Para asistir a mi curso de scrapbooking de los miércoles
me he comprado un gorro de algodón gris que yo misma me he tuneado con lunares
de fieltro de colores. El scrap otro gran descubrimiento de este año que he
incorporado definitivamente en mi nueva
vida.
También me he comprado un gorrito amarillo vainilla con
estampado en rojo para ese curso de cupcakes que compartiré con mi asesora en
viajes, Carol, gran repostera y artista del fondant, con la que continuaré
manteniendo confidencias nocturnas vía facebook.
Para la próxima vez que nos juntemos con los amigos de
toda la vida de mi chico, esos del famoso carrito de licores, me he comprado un
pañuelo albiceleste, en honor a esas tierras que tan bien han aceptado la
presencia y permanencia de uno de ellos, aunque luego en el día a día se le
eche de menos.
Para los aperitivos de los domingos con nuestros amigos, vecinos y ya totalmente imprescindibles compañeros de viaje, me he comprado un pañuelo cuadrado de algodón color rosa palo estampado con letras chinas. Homenajeando el bar que frecuentamos y que tan buenos momentos nos ha dado y nos dará.
Y para finalizar él más especial de todos, un turbante
drapeado en color verde botella de lo más tendencia para las noches que salga a
cenar con mi chico ¡como me gustan esas veladas en que nos quedamos charlando
hasta las tantas! de la casa que nos compraremos dentro de unos años y que
restauraremos nosotros mismos, de los países que nos quedan por visitar, del pedazo
viaje que haremos cuando todo esto termine, de lo orgullosos que estamos de
nuestras princesas y de lo afortunados que somos por habernos encontrado el uno
al otro. Estas veladas habitualmente las acompañábamos de un par de gintonics,
yo durante unos meses las acompañaré de un té verde, pero en cuanto pueda
vuelvo a caer en las redes de un buen gintonic, gran aliado de nuestras
conversaciones de altas horas de la madrugada.
Ay! Que ganas de estrenar mis nuevas adquisiciones, que
ganas que sea mañana y tener que elegir entre todos mis nuevos pañuelos cual
ponerme y salir a la calle con alguno de ellos. Voy a estar de lo más in y voy
a ser la envidia del barrio porque son todos tan bonitos y está claro que “cuando
cambias la forma de ver las cosas, las cosas que ves cambian”.