"Hace unos días, mientras
preparaba la cena, escuché una conversación entre Lucía y mi marido. Lucía le
preguntaba “Papa, quant temps fa d’aquesta fotografia?”, mientras señalaba una
foto que tenemos en el comedor de casa. En ella se nos puede ver disfrutando de un suculento
arroz con garbanzos especialidad de la casa, uno de esos
platos por los que vendería mi alma
al diablo si fuera necesario.
En esa época acababa de
nacer Paula, nuestra segunda hija. Mi marido y yo habíamos organizado una
comida familiar para celebrar que éramos felices, que nuestro proyecto de futuro se
estaba materializando, que teníamos toda una vida por delante y un sinfín de
proyectos por iniciar. Una fotografía que condensa toda esa emoción y que
transmite la felicidad que sentíamos en esos momentos.
Mi marido contestó a su
pregunta “Dos
anys”
¡¡Aluciné!! Sólo han
pasado dos años des de que se tomó esa fotografía y tengo la sensación de que ha
pasado una década.
Cuando el 4 de enero de 2012, un día después
de mi 37 cumpleaños, me diagnosticaron cáncer de mama, mi mundo se paralizó.
Inevitablemente, una noticia de este calibre marca un punto de inflexión en la
vida de cualquier persona.
No me voy a andar
por las ramas, no es mi estilo. Un diagnóstico de cáncer es una verdadera
putada. Soy consciente de que no estoy siendo políticamente correcta, pero si
algo he aprendido durante estos dos años es a llamar a las cosas por su nombre.
Nadie está preparado
para recibir una noticia como ésta. Te puedes preparar
para cambiar de trabajo, para presentarte a unas oposiciones o incluso puedes
ser tan ingenua como para intentar prepararte para ser buena madre, pero jamás
estás preparada para tener cáncer.
Nadie está preparado
para que llegue ese día en el que de pronto, tu mundo se paraliza y tu estómago
se contrae. Ese instante que mueve los cimientos de todo aquello que llevas
años construyendo. Ese minuto en el que eres consciente de que no eres inmune y
que eres pequeña, muy pequeña, más pequeña de lo que imaginabas.
Nunca me ha gustado
dar consejos, posiblemente porque tampoco me gusta seguirlos, pero si algo he
aprendido también en estos meses, es que la vida no es lo que nos sucede, sino
cómo lo vivimos.
Dejar de buscar el porqué, centrarnos en el
cómo vamos a combatirlo, formar parte activa del tratamiento con una actitud
positiva, asumir que vamos a tener que enfrentarnos a una quimioterapia, saber
pedir ayuda a nuestra familia y amigos, contactar con asociaciones como
Oncolliga, que lleva años trabajando para atender a personas enfermas de cáncer
y a sus familiares. Debemos adelantarnos a los acontecimientos, aceptar que
vamos a quedarnos calvas, comprarnos pañuelos de colores, pintarnos nuestra
mejor sonrisa cada mañana, beber litros y litros de té verde, salir a la calle
con la cabeza bien alta, repetirnos cada día que somos fuertes y que vamos a
poder, vivir esta experiencia con la máxima naturalidad, no dejar al margen a
nuestros hijos y acompañarlos de la mejor manera posible para que saquen el
máximo partido de esta experiencia.
Ponernos música a todo volumen y cantar a pleno pulmón, bailar,
aprender a escucharnos, incorporar la cúrcuma en nuestro recetario, evitar los
pensamientos negativos y eliminar de nuestras vidas a las personas
tóxicas. No olvidar que en unos meses
todo habrá terminado y que esta etapa es un simple capítulo en nuestras vidas,
que la vida seguirá y que saldremos de ésta, que en unos meses seremos más
fuertes, más guapas y más valientes. Cuidar nuestras emociones, compartir
nuestros miedos, permitirnos el lujo de llorar, permitirnos el lujo de reír a
carcajada limpia y repetirnos una y mil veces que la vida no es esperar a que
la tormenta pase sino aprender a bailar bajo la lluvia.
“Bebiendo limonada” nace de una enorme
necesidad de compartir aquello por lo que estaba pasando y de entender lo que
estaba sucediendo a mi alrededor.
A las pocas semanas de mi diagnóstico, una
mañana, mientras aguardaba en la sala de espera del cirujano que me iba a
operar, me invadió una enorme necesidad de escribir. Sin más, abrí mi bolso y
saqué mi recién estrenada agenda del 2012. Abrí por una hoja cualquiera y
empecé a escribir. Así de simple. Hacía tiempo que tenía en la cabeza la idea
de empezar a escribir un blog pero nunca encontraba ni el momento ni el tema
sobre el que centrarlo. Ese día en la sala de espera las piezas empezaron a
encajar y la idea de publicar un blog tomó sentido.
“Bebiendo limonada” es algo más que un blog.
Es mi diario de a bordo, mi cuaderno de viaje. Un diario en el que he ido
relatando sentimientos, sensaciones, reflexiones y emociones que he ido
sintiendo a lo largo de estos meses. Un blog que me ha dado la oportunidad de
abrirme al mundo y ponerme en contacto con otras personas que han pasado por
una situación parecida a la mía.
“Bebiendo limonada” es mi pequeña aportación
para mostrar al mundo como afronté un cáncer de mama".