martes, 27 de marzo de 2012

LOS DÍAZ FERRER


A todos los que estáis, a los que me seguís, a los que me leéis, a los que me dejáis comentarios en el blog, a los que lo intentáis pero no se os publican, a los que lo hacéis en el facebook, por whatsapp, a los que me llamáis, a los que no lo hacéis aunque lo estáis deseando, a los que me seguís en silencio, a los que me compartís en vuestros muros, a los que me enviáis vuestra energía positiva, a los que me consoláis cuando se hace duro el recorrido, a los que me recomponéis cuando me he roto, a los que me facilitáis el recorrido, a los que cuidáis de mis princesas cuando me convierto en gremlin, a los que me allanáis los socavones que hemos ido encontrando, a los que me cobijáis del frío, a los que me resguardáis en los días de tormenta, a todos los que me cuidáis, a los que me cocináis cosas ricas, a los que me ofrecéis vuestro tiempo, a los que me regaláis millones de carcajadas, a los que había perdido el rastro y me alegro de haber reencontrado, a los que sin haber visto vuestras caras os reconozco en la distancia, a los que llenáis mi armario de pañuelos, a todos los que me regaláis parte de vuestro tiempo compartiendo conmigo esta experiencia, a todos vosotros que formáis parte de mi red de apoyo tengo el placer de presentaros a los Díaz Ferrer.













Este es el resultado de una agradable tarde que compartimos con Gala de  http://www.274km.com, gran fotógrafa y mejor persona, como dicen los futbolistas, un gran descubrimiento del año pasado y que va a permanecer durante muchos más fotografiando grandes momentos de los Díaz Ferrer, porque siempre tendremos motivos para inflar globos de colores y hacernos cosquillas



martes, 20 de marzo de 2012

UNA MAÑANA DE SÁBADO PARA COMPARTIR


Este sábado por la mañana podría haber sido una mañana de sábado como cualquier otra, una de esas mañanas que amanece o con la llegada de la princesa Lucietis a nuestra cama  exigiendo que nos levantemos por que el día ya ha empezado, o bien con el agradable sonido de la vocecita de la princesa Pauletis pronunciando su famoso “ta ta ta ta ta ta ta” mientras juega con su chupete, sonido que deja de ser ameno a medida que va aumentando su volumen cuando la pobrecilla empieza a ser consciente que por su cuna no se asoma nadie y ella empieza a reclamar su papilla de cereales.

Podría haber sido una mañana de sábado corriente con sus actividades habituales como mirar dibujos del Caillou con un ojo abierto mientras el otro sigue soñando con lo a gustito que se estaba bajo el edredón, una mañana de sábado de poner lavadoras con la ropa del cole de las princesas, una mañana de sábado en que se abren todas las ventanas para llenar la casa de aire fresco, mañanas de sábado dedicadas a vaguear mientras decidimos en que vamos a invertir el resto de las horas, mañanas de sábado de desayuno familiar especial fin de semana.

Los fines de semana habitualmente los inauguramos con nuestros desayunos especiales que se componen de zumo de naranja (del de verdad, no néctares ni cosas raras), tostadas de pan recién hecho o más bien recién comprado con mantequilla y mermelada, bizcocho casero y café con leche (yo Decaffeinato Intenso, mi chico Roma) leche con nesquik para la princesa Lucietis y papilla de cereales para la princesa Pauletis.

Estos desayunos son nuestra manera de estrenar el fin de semana, de celebrar que  tenemos por delante dos días para estar juntos. El hecho de reservar estos desayunos para esos días es una manera de preservarlos de la cotidianidad, de dosificarlos y de proteger esos momentos que tanto nos gusta saborear.

Porque como todo en la vida lo poco agrada, lo mucho cansa y el exceso empacha, porque hay que reconocer que hasta aquellas cosas más agradables tomadas en abundancia pueden llegar a ser molestas y el saber alargar el disfrute de estos momentos depende en gran parte de la correcta gestión que nosotros hagamos de ellos.

Por eso os explicaré un secreto, a pesar de tener lavavajillas en casa me gusta, de vez en cuando, lavar a mano toda una montaña de platos. Es posible que es estos momentos os estéis preguntando ¿pero tú estás como una cabra? o ¿es un efecto secundario de la quimio? y la respuesta es la siguiente: Sí es posible que esté como una cabra y No, no es efecto secundario de la quimio, yo ya era así antes. Pero es que me encanta prolongar estos pequeños placeres, beberme a sorbitos estos instantes y me gusta seguir apreciando que tengo una maquina a la cual si le apreto un botón me lava todos los platos que he metido dentro, y si dejara de lavar los platos a mano definitivamente dejaría de valorar que tengo un lavavajillas.

Y si algún graciosillo (porque graciosillos hay en todos lados) se está preguntado pues por esa regla de tres porque no me voy al rio a hacer la colada la respuesta es muy simple, porque no me queda cerca ninguno que sino igual me lo planteaba.

Bueno vuelvo a tema de los sábados que siempre me pasa igual y me voy por peteneras, este sábado por la mañana sucedió una cosa que transformó lo que hubiera sido un sábado normal en un sábado yumpi, como hubiera dicho mi sobrino hace unos años.Entre el desayuno y la primera lavadora la princesa Lucietis vino a mi lado y me dijo “Saps què mama? Sóc feliç…” (Sabes què mama? Soy feliz; Do you  know one thing mum? I’m happy; Tu sais quoi maman? je suis heureuse) tenía la necesidad de traducir la frase en todos los idiomas que más o menos conozco.

Esta frase transformó una mañana de sábado corriente en una mañana de sábado excepcional, porque estos son los momentos que yo considero mi tratamiento de refuerzo.

Cuando el pasado 4 de enero me dieron el famoso notición lo que tenía claro desde un principio es que el cáncer estaba en mi teta derecha pero que no había venido para quedarse.No se iba a instalar en mi casa ni siquiera iba a pasar del recibidor, no compartiría nuestros desayunos especiales de fin de semana, no degustaría mis bizcochos, no estaba invitado a bailar con nosotros en el comedor la canción del Mar de los Manel, no se iba a disfrazar con nosotros el día de carnaval, no nos acompañaría al parque, ni se subiría con mis princesas a los columpios, no disfrutaría de las tardes de palomitas viendo Tiana y el Sapo, no escucharía a mi princesa Lucietis cantar (a su manera) la canción de la seria Aida “ya era hora me toca a mi”, no estaba invitado a cenar pizza los viernes, no iba a hacer que dejáramos de hacernos cosquillas, no iba a fastidiarme la sonrisa que asoma en mis labios cuando me voy a la ducha y la princesa Lucietis me pregunta si me toca lavarme la cabeza, no estaba convocado a hacer la siesta con la princesa Pauletis cogiéndole la mano, no íbamos a dejar de inflar globos de colores  por él y no está invitado a ninguna de nuestras fiestas de cumpleaños, es decir el bicho cabroncete no iba a fastidiarnos el año.

Por eso cuando la princesa Lucietis pronunció esa frase me llenó de satisfacción porque siempre he sabido que mi chico y yo siempre formamos un buen equipo y esa frase es el mejor reconocimiento a nuestro trabajo.

Y ese instante se merecía una entrada en mi blog porque es de estos momentos de los hay que dejar constancia.




martes, 13 de marzo de 2012

MERIENDAS DE PAN CON ACEITE Y CHOCOLATE


Mi padre fue una de esas personas que gran parte de su vida llevó a cuestas una mochila muy pesada, una de esas personas a las que era muy fácil etiquetar o prejuzgar sin conocer su historia de vida.

Yo siempre he pensado que hay historias de vida sencillas que se traducen en mochilas ligeras, versátiles, fáciles de transportar, en cambio existen otras historias de vida más complicadas que conllevan mochilas pesadas, cargantes y muy incómodas de acarrear. Irónicamente son estas personas las más susceptibles de ser etiquetadas, como si no tuvieran suficiente con ir de sherpas por la vida.

Yo personalmente odio las etiquetas y esa facilidad que tenemos las persona para prejuzgar a los demás sin ser conscientes que ese acto pueda repercutir en el contexto vital del individuo que está siendo etiquetado. Es impresionante como el ser humano puede utilizar su inteligencia para apoyar sus propios prejuicios.

Cuando etiquetamos hemos de ser conscientes que estamos cancelando la oportunidad de ser diferente, que estamos perdiendo la dimensión de la individualidad, ¡no estáis hartos de tanto generalizar y de tanto “café para todos”!, dosificamos y simplificamos la realidad de la persona etiquetada, la momificamos. ¿Porqué no dejamos que cada cual se coloque su propia etiqueta y respetamos su elección?

Un cuento indio dice así: Había un hombre que un buen día se encontró en el bosque un halcón. “Mira qué paloma tan rara”, se dijo. A continuación, con unas tijeras le recortó la cola, el pico, las alas y los dedos de las patas. “Ahora sí que ya parece una paloma respetable, como tienen que ser las palomas, una paloma como Dios manda”, pensó para sus adentros muy satisfecho.  Madre mía la de halcones reconvertidos en palomas que salen en Hermano Mayor.

Bueno, pues eso, que creo que queda claro, no? que odio las etiquetas y que aprovecho para comentar que el día que a alguna de mis princesas le coloquen algún rotulo saldrá esa Belen Esteban que todas llevamos dentro y agarraré del moño a quien haga falta. Mis hijas serán halcones bellas y libres que volarán tan alto como ellas quieran y que nadie se atreva a coger unas tijeras para convertirlas en paloma porque me tiro a su yugular.

Pues dejando el tema de las etiquetas, vamos con mi padre que esta entrada se la dedico a él y a nuestros recuerdos:

Cuando pienso en mi padre me viene a la mente mi infancia y mis veranos en Sant Cebrià de Vallalta, veranos eternos que empezaban a mediados de junio y terminaban a mediados de septiembre, veranos que olían a hinojo y sabían a Colajet, meriendas de pan con aceite y chocolate, tardes enteras comiendo pipas sentada con mis amigas en el banco de la plaza de la Iglesia sin que pasara nada pero donde estaba pasando todo, veranos de Pancho llorando desconsoladamente mientras gritaba “¡Chanquete ha muerto!”,mañanas de playa en Sant Pol de Mar, y ahora es donde aparece mi padre y la avioneta de Nivea, porque no es una leyenda urbana, no, la avioneta de Nivea existió.

Yo recuerdo estar en la playa y oir el sonido del motorcillo de la avioneta y de pronto un montón de pelotas de plástico azules que se precipitaban hacia el mar, entonces todos los padres como si de mismísimos Johnny Weissmüllers se trataran se precipitaban al mar en busca de uno de esos balones mientras sus cachorrillos los esperábamos en la orilla llenos de emoción y animando a nuestros respectivos.

Me acuerdo con orgullo del día que mi padre salió del mar con una de esas pelotas azules y yo fui una de las niñas más felices de la playa, esa mezcla de orgullo y de “chínchate rabia” a las que no habían corrido la misma suerte hizo que ese momento fuera maravilloso, porque no nos vamos a engañar los niños somos chunguillos, y yo no fui una excepción aunque ahora me haya convertido en una mujer encantadora.

También me vienen a la memoria nuestros paseos por el pueblo, bajando por las mismas escaleras por las que hacía un momento había pasado Marco con su mono Amedio, o pasando por delante de la casita de chocolate… largos paseos los dos juntos que él llenaba de cuentos y de historia llenas de magia y colores.

Recuerdo los domingos que me llevaba a las Golondrinas; las mañanas que llegaba de trabajar (en el turno de noche) y yo lo esperaba en la cama para que me explicara el cuento de Blancanieves y los siete enanitos y él lo hacía; recuerdo que me decía que si dejaba caer los brazos por fuera de la cama me subirían hormigas, yo siempre pensé que se refería a los insectos y ahora de mayor me hace mucha gracia pensar que se refería al hormigueo que tienes cuando se te duerme un brazo pero él me lo explicó de tal manera que ha perdurado en el tiempo y se ha ido adaptando a mis conocimientos ¡todo un visionario vamos!; recuerdo como hacía una cruz con el cuchillo en la barra de pan antes de cortarlo; recuerdo que hacía un truco de magia (siempre el mismo) y se partía el dedo gordo de la mano por la mitad y luego se lo volvía a poner en su sitio, recuerdo como imitaba el sonido de la trompeta con la boca…

Y de pronto dejo de recordar y no sé qué sucedió, imagino que pasaron los años y crecí, yo dejé de esperarlo despierta y él dejó de explicarme el cuento de Blancanieves, y pasó lo peor que le puede pasar a dos personas que se quieren y es que dejamos de hablar permitimos que el silencio se instalara entre los dos, ya no habían paseos, se fueron las Golondrinas y las historias llenas de colores pasaron a ser grises y no logro situar exactamente cuando pasamos de ser padre e hija a ser dos desconocidos, nunca sabré cuando sucedió pero me gustaría que nadie le hubiera robado el mes de abril pero pasó y él intentó hacerlo lo mejor posible de eso estoy segura.

Y espero que esté donde esté le hayan dejado ser halcón y le hayan enseñado a leer…



domingo, 4 de marzo de 2012

DÍAS DE INTROSPECCIÓN


Entendemos por percepción la sensación interior que llega de un estímulo material a través de los órganos de los sentido por ello la utilización que hagamos de nuestros sentidos nos ayudará a crearnos nuestro mundo, el mundo en el que vamos a vivir durante toda nuestra existencia.

Los sentidos ponen a nuestra disposición toda su gama de colores, sabores, sonidos, olores y texturas para que seamos nosotros mismos los que vayamos decorando nuestro día a día de la forma que consideremos más oportuna.

Yo durante estos días “de introspección” (por ponerles un nombre y no un insulto) he estado repasando cuales eran mis sonidos, aromas, imágenes, sabores y texturas preferidos y cuales detesto y aquí os dejo el resultado:

Adoro el sonido de la respiración de mis dos princesas cuando duermen plácidamente, esa musiquilla rítmica que producen, me encanta visitarlas antes de irme a dormir, acercar el oido a la cuna de la princesa Pauletis y a la cama de la princesa Lucietis para poder oír el sonido de sus sueños, para llenarme de ese momento tan lleno de serenidad, para degustar de ese momento tan apacible, me encanta ese sonido!

En cambio, el sonido que más detesto es el de la tos de mi princesa Lucietis, no soporto ese sonido estridente que se introduce por mis oídos hasta llegar a martillearme la cabeza. Odio con toda mi alma el golpeteo de sus toses nocturnas, no soporto oírla toser y toser sin parar a pesar de poner a su disposición  todos los remedios conocidos, que si un vaso de agua templada con miel para suavizar la garganta, que si una cebolla cortada por la mitad en su mesita de noche para que la princesa inhale la esencia que desprende, que si el botecillo que emana vahos mentolados, que si el humidificador que le trajeron los Reyes Magos cuando tenía 2 años… en esos momentos daría cualquier cosa para que ese sonido finalizara, me aturde de tal manera que puede llegar a hacerme enloquecer.

Mi olor preferido sin lugar a dudas es el de mi princesa Pauletis, me encanta su olor y el aroma que queda en la ropa que ha usado, adoro aspirar esa fragancia que desprende su ropita, bodis, camisetas, pantalones… cuando la estoy cambiando para ponerle el pijama. Aunque también os he de reconocer que los aromas que desprenden sus pañales no los incluyo en esa ceremonia, esos formarían parte de otro tipo de clasificación.

En cambio, detesto cualquier olor después de una sesión de quimioterapia, en los dos o tres días posteriores a una sesión de “tratamiento de refuerzo” (manda cojones) cualquier olor puede provocarme unas nauseas tremendas, odio el olor a perfumes, detergente, comidas, tabaco, incluso el ambientador que compré hace poco porque su olor me encanta y que lo tengo adornando el comedor durante esos días lo tenemos que encerrar en una habitación y cerrar bajo llave… curiosidades de la vida, esas cosas que si no llegas a saber que suceden tampoco pasa nada pero que una vez puestos pues te sorprenden.

Adoro el sabor del chocolate negro, me encanta comerlo siempre, a todas horas pero el momento que más lo disfruto es cuando lo degusto dentro de la cama, debajo del edredón, antes de irme a dormir, Ummm!! Es maravilloso acompañar ese sabor de esa sensación de protección y de clandestinidad, la mezcla de todos estos factores hace que el sabor se intensifique altamente y que ese momento sea altamente adictivo.

Odio el sabor amargo que dejan los desengaños, esa sensación que sentimos cuando tomamos consciencia que aquello en lo que habíamos puesto un montón de ilusiones era simplemente un espejismo, una mentira. Yo a lo largo de mi vida he tenido unas cuantas decepciones, pero la verdad es que de todas y cada una de ellas estoy altamente orgullosa, no por la sensación inicial de vacío que dejan sino por cómo me han ido ayudando a madurar, a superarme, a crecer, a relativizar, en definitiva a mejorar. Así que desde aquí, aunque obviaré los nombres, por si alguna tiene la indecencia de estar leyéndome, (la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida) os agradezco enormemente a todas y cada una de vosotras que hayáis colaborado en mi crecimiento personal a lo largo de estos años y me hayáis convertido en una especialista a la hora de convertir situaciones negativas en experiencias provechosas,  esta manera de ser me está ayudando enormemente a vivir este año 2012 de una manera positiva y optimista y siempre basándome en una de mis máximas, “la vida no es lo que te sucede, sino como lo vives”

En referencia a la vista una de las imágenes que tengo guardada en un lugar preferente de mi retina es la de mi chico y la princesa Lucietis jugando en la playa del Cap Roig en l’Ampolla, mientras yo los observo a la sombra de las elegantes y generosas moreras del chiringuito Cal Pepe, con la princesa Pauletis durmiendo en mi regazo después de haberse trincado una buena dosis de teta, pobrecilla la Paulitis!  suerte que como es tan pequeñilla todavía no se ha enterado de lo que ha pasado con su gran amiga, esa que tan buenos momentos le ha dado durante sus primeros 9 meses de vida. En fin cuando llegue el momento ya se lo contaremos.
El edén que os he mencionado anteriormente es un lugar paradisíaco donde los haya e imprescindible de visitar al menos una vez en la vida, un oasis en la costa tarraconense que persiste a pesar de los intentos de nuestro gran amigo Paco de llenarla de centrales nucleares

En cambio no soporto la imagen de mi chico riéndose con las actuaciones del Chiquito de la Calzada, y que si el Condemor de la pradera, que si el fistro duodenal y el no puedorl, no puedorl, yo sí que no puedorl ver esa imagen, me tengo que ir por patas. Yo tengo la gran certeza que comparto mi vida con una persona inteligente, con una gran capacidad de razonamiento, aguda y sabia, por eso cuando lo veo reírse con ese tipo de humor tengo que salir huyendo, para evitar que se me caiga el mito. Por otro lado imagino que es la misma sensación que debe sentir él cuando me ve salir despavorida de la cocina dirección el mando a distancia del televisor mientras le grito ¡Pon Antena 3 que sale el Bustamanteeeeeeeeeee! Así que llego a la conclusión que cada uno tenemos nuestras debilidades y ojos que no ven corazón que no siente, yo seguiré intentando borrar esa imagen.

Adoro el tacto suave de la mano de mi chico sobre todo cuando paseamos los dos cogidos, me encanta entrelazar mis dedos con los suyos y caminar, sin rumbo, los dos solos, me agrada como me hace sentir segura, protegida, fuerte. Los dos callejeando por Barcelona un sábado por la mañana, es especial por el barrio de Gracia o el del Raval, los dos cogidos de la mano, sólo soltándonos para poder comer algo, un wok, un shawarma… y seguir  perdiéndonos por las calles de la ciudad, sin destino, con el mero anhelo de seguir caminando y seguir disfrutando de nuestra compañía, cruzándonos con un montón de personas pero solos los dos sin nadie más que nosotros. Me cautiva como me está acompañando en este viaje, como está caminando a mi lado, siempre cerca, como me está cogiendo fuerte y como me está transmitiendo todo su apoyo simplemente cogiéndome de la mano.

Y el tacto que no quiero notar nunca, jamás de los jamases es el de la ausencia de su mano cogiéndome fuerte, el de nuestros dedos entrelazados y haciendo que la vida sea mucho más sencilla.

Os dejo nuestra canción porque todas las parejas tenemos una, no?