viernes, 12 de julio de 2013

QUIEN AVISA NO ES TRAIDOR

Quien avisa no es traidor, llevo tiempo avisándoos pero os habéis confiado. Habéis pensado que no iba a ser capaz, que jamás llegaría el día. Imagino que es normal, es como en el cuento de Pedro y el lobo.  Os lo he advertido tantas veces que os habéis acostumbrado a la cantinela, como esa musiquilla que se integra en nuestro oído y ya no nos produce ningún tipo de emoción.
 Pero está acercándose el día, siento que cada vez está más cerca. Está a punto de llegar el día en que me despertaré temprano, como cada mañana, medio somnolienta me acercaré a la cocina. Como cada mañana, abriré la nevera y sacaré el pan de molde y la leche. Llenaré la cafetera y encenderé la vitrocerámica. Como cada mañana, iré al lavabo, me lavaré la cara y me pondré crema hidratante. Como cada mañana esperaré a oler el aroma del café recién hecho para acabar de creerme que es cierto, que ha empezado un nuevo día.
 Como cada mañana me prepararé un café con leche, pondré las tostadas en un plato y me sentaré a disfrutar del silencio. Como cada mañana iré repasando mentalmente mi agenda del día.
 Pero dentro de poco llegará esa mañana que me levantaré de la mesa de forma pausada, relajada. Recorreré el pasillo que separa la cocina del resto de habitaciones. Entraré en mi dormitorio, sin hacer ruido, de puntillas y sin que se despierte cogeré en brazos a mi yo superwoman. Sigilosamente la iré doblando, del mismo modo que doblaba las sábanas mi abuela todos los sábados por la mañana. Cuando esté bien dobladita, sin pliegues la pondré encima del sofá del comedor, tal y como hacía mi abuela con las sábanas limpias.
 Seguidamente me dirigiré a la habitación de Lucia y de Paula y siguiendo el mismo orden y como si de un ritual se tratara cogeré a mi yo supermami, lo doblaré cariñosamente y lo pondré junto el anterior.
 En silencio y saboreando cada instante iré recorriendo todas y cada una de las habitaciones y de cada una de ellas iré recogiendo a la superesposa, a la superamiga, a la supertrabajadorasocial, a la superhija, a la superhermana, a la supertía, a la supercolega, a la supernuera, a la supercuñada… 
En silencio iré a buscarlas, mientras las voy doblando me iré despidiendo de todas y cada una de ellas. En silencio les agradeceré la visita, del mismo modo que les explicaré que ya no quiero seguir compartiendo piso con ellas, ya no me son útiles, ya no me hacen falta. Les explicaré que quiero volver a ser de carne y hueso, que quiero volver a ser yo la que controle mi respiración, que quiero volver a permitirme el lujo de equivocarme.
 Quien avisa no es traidor, se está acercando el día. Lo siento cerca.