Hace unos días viví una situación un tanto curiosa en la
que entendí como hay veces en las que alguien que no te conoce de absolutamente
nada puede tener la solución a tus quebraderos de cabeza.
Os cuento, llevaba
unos días con una sensación un tanto extraña, con más bajos que altos, había
algo que me incomodaba y que no me permitía seguir avanzando, me sentía rara. Al
principio no sabía exactamente que era lo que me pasaba pero, como en este
tiempo he aprendido a escucharme, pronto me di cuenta de cuál era el origen de
ese malestar.
El motivo de mi preocupación era que no acababa de
asimilar mi nueva imagen, llevaba varios días mirándome al espejo y no me
reconocía, no me gustaba lo que veía y estaba enfadada, muy enfadada. Mis
amigos los sistémicos dirían que estaba mostrando una clara resistencia al
cambio.
Ya hace un par de meses que me quité el pañuelo, mi pelo
ha empezado a crecer y ahora por fin se puede decir que mi imagen no tiene nada
que ver con el cáncer. Hace unos meses cuando todavía estaba calva y no tenía
ni cejas ni pestañas, visualizaba el momento del destape y creía que sería un
momento mágico, que me sentiría feliz, liberada. Por eso cuando llegó ese
momento no entendía por qué narices no estaba dando saltos de alegría. Eso me
irritaba. Supongo que las que, como yo, habéis pasado por una situación parecida sabéis a lo que me refiero,
porque realmente es una sensación muy difícil de describir.
Hasta hace unos pocos meses era rubia, con el pelo largo
y liso y ahora soy morena con el pelo corto y rizado. Raro, ¿no? En todas las
fotos que miro me acompaña mi melena. En los recuerdos que tengo de mi vida
está, pero en cambio me miro al espejo y el reflejo me devuelve una imagen con
la que no estoy familiarizada, alguien a quien apenas conozco. Os aseguro que
es una sensación extraña, es como vivir en una especie de esquizofrenia entre
el yo de antes, el yo de durante y el yo de ahora.
Como una se va haciendo mayor y cada vez me conozco mejor,
sé que cuando me pasa eso es porque me he quedado congelada, quieta, porque no
avanzo y entonces lo que he de hacer es moverme. Para mí, moverme significa activarme,
movilizarme, es decir volver a planificar actividades que había tenido que
aplazar y recuperar proyectos que quedaron aparcados aguardando el momento
adecuado. Esta es la estrategia que yo utilizo para empezar a sentirme mejor. Hasta
la fecha me ha funcionado, así que cuando empiezo a notar que mi ánimo tiende a
bajar empiezo a ponerme en circulación.
En estos meses que he dispuesto de bastante tiempo libre
he tenido la posibilidad de hacer grandes descubrimientos, algunos de ellos los
he ido almacenando para poder sacarlos cuando
llegara una ocasión especial. Me encanta mantener ese almacén lleno, no
entendería vivir de otro modo.
Y como llevaba días con ganas de sorprender a mi chico,
con ganas de agradecerle lo mucho que me ha cuidado durante todo este tiempo,
lo cerca que lo he sentido y lo bien que
lo ha hecho cogiéndome y soltándome de la mano en función de la música que nos tocaba bailar, decidí que debía ponerme manos a la obra, me fui a mi almacén y
saqué a Maruta.
A Maruta la descubrí hace unos meses, un día de esos que
me dedico a perderme por internet. Siempre ocurre del mismo modo, empiezo
visitando algunos de los blogs que sigo habitualmente y a partir de ahí me dejo
llevar. Un blog me lleva a otro y éste al siguiente y así hasta encontrar
verdaderos tesoros. De este modo y sin saber cómo entré en el mágico mundo
de Maruta y sus ilustraciones. En cuanto
la encontré me enamoré de su obra, tuve que resistirme al impulso de tener
alguna de sus láminas de forma inmediata pero preferí hacerle un sitio en el
almacén y esperar a que llegara el momento adecuado, así que guardé su enlace
en favoritos y esperé. Valió la pena esperar porque fue Maruta la que me
descongeló.
Maruta pinta historias y lo hace de una forma muy bella.
Me puse en contacto con ella porque quería que nos pintara, que nos hiciera una
ilustración de los Díaz Ferrer. Para ello necesitaba fotos de los protagonistas
y alguna actividad que nos gustara compartir. La actividad la tenía clara, los
Díaz Ferrer tenemos la enorme fortuna de tener un trozo de paraíso. Un paraíso
lleno de olivos, albaricoqueros, almendros y cerezos, un paraíso al que
intentamos ir cada fin de semana, un paraíso que nos conecta con la naturaleza
y donde podemos disfrutar del más profundo de los silencios. Des del principio
tenía claro que quería que la ilustración simbolizara ese lugar tan nuestro y
que la actividad estuviera relacionada con alguno de nuestros árboles frutales.
Escogí el cerezo por su espectacular belleza y por algunos momentos mágicos que
nos ha proporcionado a lo largo de estos años.
Así que le encargué a Maruta una ilustración de los Díaz
Ferrer cogiendo cerezas, como metáfora
de que por fin había llegado la hora de coger el fruto a todo el trabajo que
hemos hecho durante este año.
Le envié a Maruta las fotos acompañadas de una breve
descripción de aquellos rasgos que nos identificaban y aquí fue cuando me
bloqueé. Describir a mi chico, a mis princesas y a Yosu no me supuso ningún
esfuerzo pero cuando llegó la hora de decirle como era yo no sabía por dónde
empezar. Le comenté a Maruta que estaba hecha un verdadero lio, yo no quería
que me dibujara con el pelo corto porque aunque es como lo llevo ahora no es
como me gusta llevarlo, tampoco quería que me hiciera el melenón que tenía
antes porque no quería mirar la lámina con nostalgia, y así estaba inmersa en
una espiral de dudas que no me permitía avanzar.
Fue ella la que en un e-mail terminó con mis quebraderos
de cabeza, me dijo “ (…) en
la ilustración tú llevarás tu pelo largo, porque
tú eres tú con tu pelo largo y lo otro es circunstancial, así que dime como vas
a llevar el pelo en un año o como quieres llevarlo…” Y así, con esta frase y su definición de corte de pelo
circunstancial fue como Maruta consiguió descongelarme. Fue realmente espectacular, con esta simple
frase Maruta me desbloqueó y me dio la posibilidad de seguir andando en mi
travesía particular.
Hoy quiero compartir con todos vosotros el
mundo de Maruta y su maravillosa mirada:
El resultado es espectacular, plasma a
la perfección la esencia de los Díaz Ferrer. Conocer a Maruta ha sido un
privilegio y he decidido que me voy a quedar cerquita de ella durante bastante
tiempo, porque ya lo dije en alguna entrada anterior, a partir de ahora en mi
vida sólo quiero gente que me dé buen rollo y Maruta lo da, os lo aseguro.