viernes, 26 de octubre de 2012

LA MIRADA DE MARUTA


Hace unos días viví una situación un tanto curiosa en la que entendí como hay veces en las que alguien que no te conoce de absolutamente nada puede tener la solución a tus quebraderos de cabeza.

Os cuento,  llevaba unos días con una sensación un tanto extraña, con más bajos que altos, había algo que me incomodaba y que no me permitía seguir avanzando, me sentía rara. Al principio no sabía exactamente que era lo que me pasaba pero, como en este tiempo he aprendido a escucharme, pronto me di cuenta de cuál era el origen de ese malestar.

El motivo de mi preocupación era que no acababa de asimilar mi nueva imagen, llevaba varios días mirándome al espejo y no me reconocía, no me gustaba lo que veía y estaba enfadada, muy enfadada. Mis amigos los sistémicos dirían que estaba mostrando una clara resistencia al cambio.

Ya hace un par de meses que me quité el pañuelo, mi pelo ha empezado a crecer y ahora por fin se puede decir que mi imagen no tiene nada que ver con el cáncer. Hace unos meses cuando todavía estaba calva y no tenía ni cejas ni pestañas, visualizaba el momento del destape y creía que sería un momento mágico, que me sentiría feliz, liberada. Por eso cuando llegó ese momento no entendía por qué narices no estaba dando saltos de alegría. Eso me irritaba. Supongo que las que, como yo, habéis pasado por una  situación parecida sabéis a lo que me refiero, porque realmente es una sensación muy difícil de describir.

Hasta hace unos pocos meses era rubia, con el pelo largo y liso y ahora soy morena con el pelo corto y rizado. Raro, ¿no? En todas las fotos que miro me acompaña mi melena. En los recuerdos que tengo de mi vida está, pero en cambio me miro al espejo y el reflejo me devuelve una imagen con la que no estoy familiarizada, alguien a quien apenas conozco. Os aseguro que es una sensación extraña, es como vivir en una especie de esquizofrenia entre el yo de antes, el yo de durante y el yo de ahora.

Como una se va haciendo mayor y cada vez me conozco mejor, sé que cuando me pasa eso es porque me he quedado congelada, quieta, porque no avanzo y entonces lo que he de hacer es moverme. Para mí, moverme significa activarme, movilizarme, es decir volver a planificar actividades que había tenido que aplazar y recuperar proyectos que quedaron aparcados aguardando el momento adecuado. Esta es la estrategia que yo utilizo para empezar a sentirme mejor. Hasta la fecha me ha funcionado, así que cuando empiezo a notar que mi ánimo tiende a bajar empiezo a ponerme en circulación.

En estos meses que he dispuesto de bastante tiempo libre he tenido la posibilidad de hacer grandes descubrimientos, algunos de ellos los he ido almacenando  para poder sacarlos cuando llegara una ocasión especial. Me encanta mantener ese almacén lleno, no entendería vivir de otro modo.

Y como llevaba días con ganas de sorprender a mi chico, con ganas de agradecerle lo mucho que me ha cuidado durante todo este tiempo, lo cerca que lo he sentido y  lo bien que lo ha hecho cogiéndome y soltándome de la mano en función de la música que nos tocaba bailar, decidí que debía ponerme manos a la obra, me fui a mi almacén y saqué a Maruta

A Maruta la descubrí hace unos meses, un día de esos que me dedico a perderme por internet. Siempre ocurre del mismo modo, empiezo visitando algunos de los blogs que sigo habitualmente y a partir de ahí me dejo llevar. Un blog me lleva a otro y éste al siguiente y así hasta encontrar verdaderos tesoros. De este modo y sin saber cómo entré en el mágico mundo de  Maruta y sus ilustraciones. En cuanto la encontré me enamoré de su obra, tuve que resistirme al impulso de tener alguna de sus láminas de forma inmediata pero preferí hacerle un sitio en el almacén y esperar a que llegara el momento adecuado, así que guardé su enlace en favoritos y esperé. Valió la pena esperar porque fue Maruta la que me descongeló.

Maruta pinta historias y lo hace de una forma muy bella. Me puse en contacto con ella porque quería que nos pintara, que nos hiciera una ilustración de los Díaz Ferrer. Para ello necesitaba fotos de los protagonistas y alguna actividad que nos gustara compartir. La actividad la tenía clara, los Díaz Ferrer tenemos la enorme fortuna de tener un trozo de paraíso. Un paraíso lleno de olivos, albaricoqueros, almendros y cerezos, un paraíso al que intentamos ir cada fin de semana, un paraíso que nos conecta con la naturaleza y donde podemos disfrutar del más profundo de los silencios. Des del principio tenía claro que quería que la ilustración simbolizara ese lugar tan nuestro y que la actividad estuviera relacionada con alguno de nuestros árboles frutales. Escogí el cerezo por su espectacular belleza y por algunos momentos mágicos que nos ha proporcionado a lo largo de estos años.

Así que le encargué a Maruta una ilustración de los Díaz Ferrer cogiendo  cerezas, como metáfora de que por fin había llegado la hora de coger el fruto a todo el trabajo que hemos hecho durante este año.

Le envié a Maruta las fotos acompañadas de una breve descripción de aquellos rasgos que nos identificaban y aquí fue cuando me bloqueé. Describir a mi chico, a mis princesas y a Yosu no me supuso ningún esfuerzo pero cuando llegó la hora de decirle como era yo no sabía por dónde empezar. Le comenté a Maruta que estaba hecha un verdadero lio, yo no quería que me dibujara con el pelo corto porque aunque es como lo llevo ahora no es como me gusta llevarlo, tampoco quería que me hiciera el melenón que tenía antes porque no quería mirar la lámina con nostalgia, y así estaba inmersa en una espiral de dudas que no me permitía avanzar.

Fue ella la que en un e-mail terminó con mis quebraderos de cabeza, me dijo    “ (…) en la ilustración tú llevarás tu pelo largo, porque tú eres tú con tu pelo largo y lo otro es circunstancial, así que dime como vas a llevar el pelo en un año o como quieres llevarlo…” Y así, con esta frase y su definición de corte de pelo circunstancial fue como Maruta consiguió descongelarme.  Fue realmente espectacular, con esta simple frase Maruta me desbloqueó y me dio la posibilidad de seguir andando en mi travesía particular.

Hoy quiero compartir con todos vosotros el mundo de Maruta y su maravillosa mirada:



El resultado es espectacular, plasma a la perfección la esencia de los Díaz Ferrer. Conocer a Maruta ha sido un privilegio y he decidido que me voy a quedar cerquita de ella durante bastante tiempo, porque ya lo dije en alguna entrada anterior, a partir de ahora en mi vida sólo quiero gente que me dé buen rollo y Maruta lo da, os lo aseguro.

miércoles, 17 de octubre de 2012

LAS LAGRIMAS QUE SABES LLORAR


Y un día finalmente llega ese momento en el que se abre la enorme puerta de acero que te separa del mundo exterior y una voz te dice “Ya está Yolanda, ya se ha terminado” y no sabes si es por la calidez de la voz, por el significado de la frase o porque por fin puedes bajar la guardia. Pero ese es el instante en el que te permites el lujo de llorar.

Lloras como no has podido hacerlo antes, lloras hasta vaciarte, hasta quedarte completamente limpia. Lloras porque has recuperado los derechos de imagen de tu pecho, porque vuelves a disponer de tu agenda, porque estás volviendo a tomar las riendas de tu vida y porque empiezas a sentir que estás a punto de llegar a la meta. Lloras porque éstas son las lágrimas que sabes llorar, lágrimas de orgullo por el camino recorrido, lágrimas de felicidad por las etapas que has ido superando, lágrimas de satisfacción por todo lo que has ido dejando atrás, lágrimas que te recuerdan todo lo que ahora ya forma parte de tu pasado.

Hoy dejas atrás veintiseis pinchazos, tres de ellos sobrepasando tu umbral del dolor. Quince analíticas. Una mamografía. Dos ecografías mamarias. Dos biopsias. Un electrocardiograma. Una tumorectomía. Un marcado isotópico ganglionar. Una extirpación del ganglio centinela. Tres TACS. Una resonancia magnética. Doce sesiones de quimioterapia. Treinta y tres sesiones de radioterapia. Una gammagrafía ósea. Cinco radiografías. Dos visitas a urgencias, una de ellas en un estado realmente lamentable y cuarenta partes de baja.

Pero de pronto recuerdas que has de ser prudente, que todavía no se ha terminado, que estás a tan solo un par de semanas, una analítica y algunas pruebas más que confirmarán si todo este calvario ha merecido la pena.

Así que dejas de llorar, vuelves a ponerte en guardia y sales de tu última sesión de radioterapia, vas al box, te quitas la dichosa bata blanca, te vistes con tu ropa y te vas a casa dejando asomar una sonrisilla por debajo de la nariz mientras vas pensando de qué vas a rellenar el bizcocho que has preparado.  Porque, como era de esperar, hoy los Díaz Ferrer merendarán un bizcocho muy especial. 



martes, 9 de octubre de 2012

SIEMPRE HAS ESTADO


Sábado 6 de octubre del 2012, 23:57, Parc Forum de Barcelona concierto de Extremoduro.

De pronto no sabes ni cómo ni por qué pero sientes que confluyen una serie de factores. No sabes si es por la magia de la noche, por la marea de gente que canta y baila a tu alrededor, por sentir la fuerza de Robe Iniesta sobre el escenario, por las luces que brillan a lo lejos, por la vibración de la música en tu cuerpo, por el par de birras que te has bebido, por toda la energía que te llega de no sabes dónde o por la luna que nos observa desde arriba, pero de pronto tomas consciencia y te das cuenta  que estás viva y que podrías no estarlo.

Sientes que estás aquí, que el final está cada vez más cerca, que estás regresando y te sientes completa, feliz.  Te giras y le dices a tu chico  al oído “Estoy volviendo a ser yo, lo noto, gracias por esperarme” y él te contesta “Nunca te fuiste, siempre has estado” y te besa en la frente y vuelves a recordar por qué un día lo dejaste todo para estar a su lado.