sábado, 30 de junio de 2012

NOS VAMOS AL PUEBLO


En unos días los Díaz Ferrer iniciamos nuestras vacaciones y nos vamos al pueblo. ¡Sí señor! Los Díaz Ferrer somos de los que tenemos pueblo de veraneo y es una verdadera garantía, este año ya hemos tenido bastantes sorpresas.

Durante varios años intentamos cambiar nuestro destino estival pero siempre nos pasaba lo mismo, los últimos días de veraneo siempre decíamos “para el año que viene hacemos un viajecito” pero cuando llegaba semana santa y empezábamos a sentir que las vacaciones estaban a la vuelta de la esquina empezábamos a soñar con el pueblo y aplazábamos la idea del viaje para el verano siguiente, al final decretamos que los veranos se pasaban en el  pueblo y punto.

Nuestro pueblo está en Ávila, en la Sierra de Gredos y es un lugar maravilloso donde los tomates saben a tomate, la yema de los huevos es de color amarillo, el solomillo de ternera lo compras a 23 euros el quilo, los minutos se componen de 90 segundos, las personas que esperan en la cola del supermercado sonríen (las cajeras también), los niños juegan libres en la plaza del pueblo a las 12 de la noche bajo la atenta mirada de sus padres sentados en alguna de las terrazas de la plaza, al entrar en los comercios te dicen buenos días o buenas tardes (según la hora que sea), un lugar en el que dejas de estar permanentemente pegajoso y de tener la obligación de ducharte de dos a tres veces diarias e incluso hay noches en las que necesitas taparte con una colcha ( increíble pero cierto).

Es el pueblo que nos acoge desde hace diez años, el pueblo donde pasamos nuestro primer verano juntos el de las mariposas en el estómago y los siguientes antes de ser padres en los que vivíamos de noche y dormíamos de día, el pueblo que nos vio estrenarnos como padres mientras me iba sacando la teta por todas partes, el pueblo que ha visto como íbamos aumentando la familia con la llegada de Pauletis, el pueblo por el que han ido pasando la mayor parte de nuestros colegas que nos venían a visitar unos días, el pueblo que va a flipar cuando vean mi look de este año.

Así que la próxima semana para allá que nos trasladamos, en el próximo mes nos vamos a olvidar de agujas, tetas, quimios, hospitales y bichos cabroncetes. Nuestras únicas obligaciones serán ir a comprar el periódico, asistir al mercadillo de los lunes, ponerme la loción capilar para favorecer el crecimiento del pelo, acudir a alguno de los eventos populares que anuncien en cartelera, ir a cenar mínimo dos veces por semana a nuestro restaurante favorito, empezar mi plan de entrenamiento personal titulado “yolanda runner” (si! voy a ser runner, está decidido), preparar picnics semanales e ir a comerlos al rio (los picnics estarán compuestos por tortilla de patatas, pechuga rebozada, ensalada de pasta, melón, jamón, agua y refrescos), pasear por la alameda a media tarde, llevar al Yosu a bañarse al rio y ver como disfruta nadando, hacer el aperitivo diariamente y fotografiar a la princesa Pauletis cuando pruebe por primera vez las famosas patatas revolconas (muy típicas de la zona), avanzar en la lectura del libro “Como no ser una drama mamá” me gusta, es ameno y de lectura fácil, es el libro adecuado para esta etapa en la que me cuesta mogollón concentrarme y retener algo es prácticamente imposible (otro efecto secundario de la quimio).

En estas semanas las únicas decisiones importantes serán entre otras con que pincho acompañaremos la caña de cerveza del aperitivo si con una tapita de croquetas o mejor unos boquerones, de qué color me voy a pintar las uñas (las mías y las de la princesa Lucietis, por supuesto), si nos vamos a bañar al rio o mejor nos quedamos en la piscina del pueblo, si paseamos por la alameda o nos vamos al Castillo, si vamos a hacer turismo por Ávila o por Salamanca y por último si las tostadas del desayuno las acompaño de mantequilla y mermelada o de aceite y sal.

Así que este mes de julio básicamente lo vamos a destinar a descansar, a desconectar a querernos mucho muchísimo y a recuperarme para empezar con fuerza las sesiones de  radioterapia y sólo espero volver de vacaciones con mi cara, la de verdad, la que tenía antes de empezar el tratamiento de refuerzo, tengo ganas de volver a verla en el espejo, la echo de menos.

Os dejo el anuncio de este año de Estrella Damm, la primera vez que lo vi me hizo llorar y en mi no es habitual.



jueves, 21 de junio de 2012

NO, SEÑOR, NO LO HA SIDO

En mi casa lo celebramos todo. Y aunque gran parte de las celebraciones forman parte de las tradiciones que hemos heredado, los Díaz Ferrer les añadimos nuestro propio sello, marca de la casa, para darles un toque más personal.

Por el cumple de mi chico y el mío acostumbramos a hacer una escapada los dos solos, días largos y silenciosos en los que paseamos tranquilamente, charlamos, nos cogemos de las manos, leemos, nos miramos, disfrutamos del silencio y cambiamos el  “tener que “ por “hacer lo que nos apetece” en cada momento. Los meses previos a los cumpleaños de las princesas me dedico a cocinar un montón de bizcochos con diferentes recetas hasta dar con el adecuado y que después de muchas pruebas acaba siendo el bizcocho de yogur de toda la vida. Por San Juan decoro la terraza con un sinfín de guirnaldas de colores  para recibir a nuestros invitados. Cuando empieza a asomar el otoño y en las fruterías asoman las primeras castañas mi chico y yo nos metemos en la cocina y hacemos panallets. La mañana de Reyes con un nudo en el estómago por la emoción de los regalos desayunamos el rosco que sus majestades nos dejan junto a los paquetes, y por más años que pasen yo sigo poniéndome nerviosa por saber a quién le saldrá la figurita de la buena suerte. Celebramos el inicio de las vacaciones con cenas al aire libre y las notas de las peques con cruasanes de chocolate.

Pero si hace unos años me dicen que un día celebraría el fin de mi tratamiento de quimioterapia simplemente hubiera pensado que me estaban tomando el pelo. Y vaya si me tomaron el pelo, valga la redundancia.

Una de las cosas que me ha aportado mi cáncer es que ha añadido días a mi calendario particular de eventos y festejos. A partir de ahora aparte de los cumples, San Juanes, castañadas e inicio de vacacione también celebraremos el 4 de enero como el día que me diagnosticaron “a tiempo” un cáncer, porque si no me lo hubieran diagnosticado ahora mismo estaría preocupada porque no tengo tiempo de ir a la peluquería a hacerme las mechas mientras unas células malignas hacen de las suyas dentro de mi cuerpo.

Y otro día para recordar será el 21 de junio, fecha en la que termino mi tratamiento de quimioterapia. La de hoy es una celebración discreta, prudente, de emociones contenidas, hoy es un día de muchas sonrisas y alguna lagrima, de morderme el labio inferior para evitar que salgan más (no sé es un acto reflejo cuando me emociono me muerdo la parte izquierda del labio inferior, otra de mis rarezas), de saber que lo más duro ya ha pasado, que lo peor lo hemos dejado atrás y que hemos recorrido un gran parte del trayecto pero todavía nos queda un poquito para llegar a la meta. Para hoy también hay bizcocho para merendar, un bizcocho muy especial.

¿Cómo me siento? La mejor manera de describir como me siento es con una imagen, la de la escena final de la gran película  “Buscando la felicidad”, cuando le preguntan a Chris Gardner ¿ha sido tan fácil como ha parecido? y él contesta emocionado “No, señor no lo ha sido”  mientras sale de la oficina, pues yo hoy he salido igual del Hospital y esta parte de mi vida, esta pequeña parte se llama Felicidad.

Y para cerrar esta entrada me apetecía haceros un regalo a todos los que me estáis acompañando en este viaje y deciros que gracias, muchas gracias a todos, hoy es un gran día y ya nos queda menos, que vamos bien, que el ritmo es el correcto, que estamos progresando adecuadamente.


Os dejo con un trocito de mí, porque hoy al llegar a casa  la princesa Pauletis ha cogido el teléfono y ha empezado a llamar a todos sus amiguitos para decirles “Colegas que mi mama ha terminado la quimio!!!!!!!!!!”. Va por vosotros.




viernes, 15 de junio de 2012

LA MIRADA DE CRISTINA


Cuando en C.O.U tuve que elegir qué carrera quería estudiar tenía clarísimo que buscaba algo relacionada con las personas y mejorar el mundo, pero igual que la mayoría de mis colegas andaba bastante perdida. Llegué a trabajo social por accidente y sin saber exactamente en qué consistía ser trabajadora social, pero entusiasmada por iniciar mi etapa universitaria. 

Durante los dos primeros años de carrera no acababa de saber exactamente qué es lo que estaba estudiando y como se materializarían todos esos conocimientos  en un puesto de trabajo, pero el último año cuando hice las prácticas en un centro de servicios sociales de atención primaria supe que había acertado en mi elección y que a “eso” me quería dedicar el día de mañana.

En aquellos años tuve la suerte de poder compaginar los estudios y un trabajo a tiempo parcial, el problema fue cuando terminé de estudiar y escogí la comodidad del sueldo que cobraba a final de mes ante la posibilidad de buscar un trabajo relacionado con mis estudios.

Fueron pasando los años y sin saber exactamente como había llegado hasta ahí, estaba trabajando como directora técnica  en una empresa proveedora de servicios domiciliarios, haciendo más horas que un reloj, con jornadas de trabajo frenéticas, reuniones de todo tipo con mandos intermedios, con clientes insatisfechos, proveedores que no cumplían con lo acordado, negociaciones de convenios, elaboración y presentación de proyectos, seleccionando personal, revisando la facturación y día a día iba acumulando inconscientemente una gran insatisfacción en el ámbito laboral.

Para complementar mi curriculum a nivel académico en la empresa me propusieron realizar un postgrado en Dirección y Administración de Empresas, yo en esa época todavía andaba deslumbrada por ese mundillo y accedí de buen grado. No estuvo mal, lo recuerdo con cariño aunque fue un año realmente agotador, pero sarna con gusto no pica y estaba feliz de volver a compaginar estudios y trabajo.

En este curso aprendí que es una DAFO, una tensión de tesorería, un outsourcing, diseñé un plan de marqueting, conocí la gestión de operaciones, pasé un fin de semana genial en un outdoor training y poco más pero lo que realmente me aportó este postgrado fueron dos cosas: la primera que no sabía que coño hacía yo en ese mundo y lo segundo fue conocer a Cristina.

Mi historia con Cristina es una historia sencilla, sin fuegos artificiales, simplemente coincidimos en un postgrado y nos sentamos una al lado de la otra y así seguimos, una al lado de la otra.  Yo desde el principio me sentí muy cómoda con ella a mi lado y creo que a ella le pasó lo mismo, simplemente conectamos, así de simple.

Cristina y yo aparentemente no tenemos nada que ver. Ella cree en los cuentos de hadas, yo hace tiempo que dejé de creer en princesas. A ella le fascina la marca tous y su mundillo, yo detesto todo lo que representa el osito ese.  Ella se vuelve loca por el sushi, yo no soporto meterme en la boca nada crudo. A ella le pirra el vino blanco, yo soy una incondicional de las cañitas del aperitivo. A ella le gusta la música de Alejandro Sanz, Backstreet Boys y Take That, yo prefiero no pronunciarme sobre lo que opino al respecto. 


Pero hay algo en lo que las dos estamos totalmente de acuerdo y es que aunque estemos meses sin vernos, semanas sin hablarnos y mucho tiempo sin saber la una de la otra, sabemos que somos amigas y vamos a serlo durante mucho tiempo, y así sin más tengo placer de dejaros con Cristina, mi Cristina.

“Qué irónica es la vida... la misma semana que el maravilloso "clear-blue" me anunció que estaba embarazada recibí un mail que me dejó... no sé cómo explicar cómo me sentí en ese momento. Helada no sería la respuesta, porque una persona que está helada no se pone a llorar mientras toma el desayuno en la cafetería donde lo toma cada día... Que me pilló en frío la noticia, evidentemente. Todo el mundo quiere recibir buenas noticias, sea cual sea la forma y el medio a través del cual lleguen... y no hace falta decir que en aquél momento yo no estaba ni preparada ni mentalizada para recibir una noticia como esa, un mail cuyo título era tan explícito como "bad news".

El mail me lo escribió Yolanda... y el motivo por el cual me escribió un mail y no me llamó para contarme su situación creo que es bastante evidente... aunque hace muy poco que nos conocemos (desde el 2007) me conoce lo suficiente como para saber que hablar conmigo por teléfono sobre ese tema no iba a ser más que un drama, y su premisa número uno fue "NO QUIERO DRAMAS". A medida que iba avanzando en la lectura y leía frases como "yo estoy bien", "me siento fuerte y con muchas ganas de luchar", "todo irá bien" mis lágrimas iban bajando por mis mejillas y no entendía cómo ella que tenía el cáncer, posteriormente bautizado como bicho cabroncete, parecía con cada línea del email que me estaba dando ánimos a mí.

¿Cómo conocí a Yolanda? En 2007 las dos tuvimos la misma buena idea, apuntarnos a un posgrado de ADE en la IQS (dicho así suena super pijo) Desde el primer día nos sentamos juntas y a partir de allí fuimos entablando una bonita amistad... ese año fue un tanto raro para mí, un año de decisiones difíciles, de problemas en el trabajo, de evidencias que me negaba a ver, de sentimientos encontrados... Yolanda me ayudó mucho, sobretodo a final de curso... no únicamente fue un apoyo en lo que se refiere a los estudios (se le daba mejor que a mi la contabilidad) sino también en lo que se refiere al ámbito personal... Y es que cuando te das cuenta que no te quedan ganas de luchar por algo que llevas mucho tiempo intentando mantener vivo, cuando aparece alguien en tu vida que te da vida lejos de lo que conoces, cuando ves en otra vida que la tuya no es precisamente la vida que quieres llevar y la felicidad que te mereces, cuando te das cuenta que la persona que tienes al lado y que se supone que te quiere simplemente está pero no actúa y coges el toro por los cuernos y tomas una de las decisiones más difíciles pero maduras de tu vida... te das cuenta que la actual no es la única lección que aprendí de Yolanda. Su actitud frente al bicho cabroncete, la felicidad que transmiten ella y su familia, la fuerza que tiene incluso en momentos malos...

Y aquí estamos, saboreando la limonada (la mía con azúcar, yo aún no soy tan fuerte) y haciendo de este 2012 un año lleno de retos, nuevas experiencias, nuevas amistades, nuevas ilusiones, nuevos aprendizajes... Yolanda me dijo una vez que "quería mantenerme en su vida durante mucho tiempo"... por lo general acostumbro a ser una persona antisocial (pero sin coger la parte heavy de este concepto) y me cuesta hacer amistades y ya no digamos mantenerlas en el tiempo. Sin embargo estoy super orgullosa de la amistad que tengo con Yolanda, de todo lo que he aprendido, de tener  las dos "sobrinillas" más guapas del mundo y de que podamos contar la una con la otra en momentos buenos y en otros que no lo son tanto, pero que también tienen su encanto.

Como veo que Yolanda siempre acaba sus entradas en el blog con un videoclip o canción yo también voy a dejar una que, si bien queda lejos de lo que realmente son mis gustos musicales (Take That, Backstreet Boys, Alejandro Sanz... cosas de la edad y la diferencia de generacional) formó parte de la banda sonora de mi nueva vida, con mi nuevo chico (ahora marido) ... y es que desde 2007 han cambiado muchas cosas, y más que van a cambiar de aquí en adelante, siempre a mejor...  porque de los errores y de las flaquezas se aprende, y la vida sin ellos no tendría emoción.”



Espero que os haya gustado, a mi me ha emocionado recordar ese momento e-mail y saber como lo vivió ella. Ah!! por cierto, al año siguiente del ADE (como lo llama Cristina) aposté por un cambio de trabajo ante la comodidad de un buen sueldo, otra de las mejores elecciones que he hecho en mi vida.

viernes, 8 de junio de 2012

BAILANDO BAJO LA LLUVIA


Llevo unos días que no me soporto, desde que empezó todo este periplo y tuve que aplazar lo que consideraba mi vida normal para dedicarme exclusivamente a curarme un cáncer de mama he asumido con entereza y positividad todo lo que iba sucediendo a mi alrededor, un montón de pruebas, bastantes pinchazos, la operación, las primeras quimios y con ellas las primeras bajadas al infierno, cambios de imagen no deseados y un largo etcétera de acontecimientos que he ido compartiendo.

Pero desde hace unos días la maniaca que vive en mi dio paso a su amiga la depresiva y no me mola nada, esta versión de mi misma no me gusta, no me siento cómoda en este papel de alma en pena pero no encuentro la manera de salir.

Yo me siento más cómoda en mis fases maniacas, cuando tengo un montón de proyectos para empezar, actividades donde elegir, cuando entro, salgo, me muevo para arriba y para abajo, compagino trabajo y estudios, elijo las escaleras y descarto el ascensor, organizo planes imposibles donde tienen cabida un montón de actividades. Habitualmente respondo bien ante las situaciones de estrés incluso me ayuda a ponerme metas y a marcarme objetivos, me gusta sentir esas mariposas en el estómago que me recuerdan que estoy viva.

Yo necesito mi vitalidad, mi fuerza, mi energía y creo que a estas alturas del tratamiento mi energía ha empezado a menguar y me he quedado totalmente descolocada, ando buscando mi sitio pero no lo acabo de encontrar, no me acabo de sentir cómoda y eso me pone de mala leche; y sí ya lo sé que sólo me quedan dos sesiones de quimio para cerrar este capítulo y abrir el que dedicaremos a la radioterapia, pero cuantas menos sesiones quedan más largo se me está haciendo. Hasta ahora al no visualizar la meta no tenía prisa, ahora como parece que está cerca parece que no va a llegar nunca, que contradicción ¿verdad?

Será el cansancio, los calambres en las piernas, el hormigueo de los dedos, los dolores musculares, quizás será el insomnio que me provoca la cortisona, o el levantarme cada mañana con las manos hinchadas, tal vez sea que cada semana cuando voy a ponerme la quimio me tienen que pinchar tres o cuatro veces hasta que encuentran una vena en condiciones donde colocar la via, será porque los primeros calores han venido acompañados de un resfriado descomunal, o quizás sean los sofocos que voy teniendo a lo largo del día y de la noche causados por mi menopausia precoz fruto del tratamiento de refuerzo, probablemente sea porque cada vez me cuesta más subir las escaleras, puede ser porque mis cejas y la mayoría de mis pestañas se han ido de vacaciones y no me han esperado, posiblemente sea porque para poder llevar a las peques al cole tengo que descansar un par de veces por el camino y esto sí que os aseguro que no lo soporto, definitivamente todo lo que sea no estar al cien por cien con mis princesas me saca de mis casillas.

Pero como dice mi querida María Jiménez ¡se acabó!, hoy me han dado mi antepenúltima sesión de quimioterapia y aunque me he despertado con las manos hinchadas, los dolores musculares continúan, los calambres siguen haciendo de las suyas y el maldito hormigueo sigue formando parte de mi vida, hoy he decidido que los días grises se dan por finiquitados, salgo de mi letargo y vuelvo a ponerme en movimiento y aunque físicamente ando tocadilla soy consciente que la actitud lo es todo y como dice una de mis compañeras oncochungas “la vida no es esperar a que la tormenta pase, es aprender a bailar bajo la lluvia” así que he decidido volver a calzarme mis botas de agua e ir a por el chubasquero que total para dos sesiones de quimio que me quedan no vamos a hundirnos ahora, no?

Y como no podía ser de otro modo para cerrar esta entrada os dejo con ella para que escuchéis con que firmeza afirma que ¡se acabó! Y aprovecho para compartir una confidencia: uno de mis momentos buen rollo es cuando llega el veranito, me pongo el DVD de María Jiménez a todo volumen y me meto en la cocina con un montón de tomates, pepinos, pimientos, ajos y minipimer en mano hago peroles de gazpacho mientras escucho sus canciones, no sé porque no concibo la posibilidad de hacer gazpacho sin ella, será otra de mis rarezas.


viernes, 1 de junio de 2012

EL MUNDO A TRAVÉS DE SUS OJOS


Después de 37 años de convivencia conmigo misma creo conocerme lo suficiente para ser consciente de mis virtudes del mismo modo que identifico bastante bien mis defectos, otro tema es que me guste hablar de ellos en público o reconocerlos en voz alta pero haberlos haylos.

Llámese virtud o defecto, defecto o virtud, me considero una persona que necesita tenerlo todo bajo control, no me siento cómoda ante los imprevistos o cambios inesperados (¡pues si no quieres caldo toma dos tazas!) a la vez que necesito un tiempo para gestionarme las emociones antes de ponerlas en escena. Soy ese tipo de persona que el domingo por la tarde ya necesita saber que hará el próximo fin de semana, me encanta planificar, programar y  organizar, disfruto haciendo y deshaciendo planes, reconozco que me iría bien trabajarme un poco el tema de la elasticidad, me lo apunto.

Unas semanas antes de empezar el tratamiento de quimioterapia, y tras confirmar con mi oncólogo que me iba a quedar calva necesité prever toda una serie de situaciones en las que me iba a encontrar, necesitaba anticiparme a esa circunstancia nueva para mi y poder empezar a gestionarme aquello que iba a suceder.

Mi primera preocupación fue la reacción que tendría mi princesa Lucietis, tenía un miedo enorme a su rechazo, pensar que podía darle miedo, que quizás ya no quisiera que la acompañara a la cama y estirarme a su lado mientras me explica todo lo que ha hecho durante el día me inquietaba, me entristecía, pero este malestar desapareció pronto, es decir, en cuanto se lo comenté a mi chico, éste hizo uso de su repertorio de “frases adecuadas en los momentos oportunos”.

Mediante el uso de estas frases, mi chico se limita a poner en evidencia la carencia de  argumentos de algunas de mis preocupaciones, en este caso él simplemente me escuchó y con toda la dulzura del mundo me dijo “¿Tú alguna vez has visto fea a tu madre?” evidentemente mi respuesta fue la siguiente “Como voy a verla fea, es mi madre” a él solo le quedó decirme “Pues aplícate el cuento, con Lucía pasará lo mismo, eres su madre calva y con pelo, eso es lo que ella ve”  Volvió a dar en el clavo, hizo que volviera a admirarlo de nuevo, a quererle un poquitito más, a darme cuenta de lo afortunada que soy de tener al lado a alguien que me coge de la mano fuerte cuando hace falta pero al mismo tiempo no me permite que use mis grandes dotes interpretativas cuando estoy a punto de alzar el puño a lo Escarlata O’Hara. Como ya he repetido en varias ocasiones, este año dramas los justos.

Vale Yolanda, vamos bien primera preocupación solucionada, vamos a la siguiente.

Las miradas, cuando descarté el tema de la peluca (sólo con nombrarla me pica todo el cuerpo) y opté por llenar mi armario de bonitos pañuelos acepté que esta decisión conllevaba el evidenciar mi enfermedad de cara a la galería, elegí vivir mi enfermedad sin vergüenza, decidí no esconderme, demostrar a mis princesas que las personas tenemos la responsabilidad de elegir como queremos que nos vean los demás, que tenemos la capacidad de escoger entre ser víctima o protagonista de nuestras vidas y que los demás ven lo que nosotros les mostramos.

Por este motivo otras situaciones que me provocaban cierta intranquilidad eran las posibles miradas de la gente por la calle, miradas indiscretas, miradas de lástima, miradas de sorpresa, miradas imprudentes, miradas inoportunas, miradas de hago ver que no te miro pero cuando estés de espaldas te miraré… en definitiva ya sabéis a lo que me refiero.

Los días previos a mi calvicie, me fui preparando para esas posibles situaciones, las visualizaba, las incorporaba en mi imaginario de ese modo cuando sucediera no me impactarían tanto, esto me permitió anticiparme a posibles malestares a la vez que me tranquilizaba.

Pues sinceramente hasta la fecha no he vivido situaciones molestas, y aunque alguna mirada inoportuna ha habido la he toreado bastante bien, pocas veces he tenido que entrar a matar y sacar a la choni que todas llevamos dentro. 

Pero claro, hay situaciones que me era imposible prever, por eso me gustaría compartir una anécdota que viví hace unas semanas. Ahí va:

Me dirigía al cajero para sacar dinero y vi como se acercaban dos hombres de estos que llevan en la mano unos panfletillos con dibujos de personas sonriendo y párrafos de la biblia, y una carpeta. Por lo que les he ido observado, habitualmente actúan en pareja del mismo sexo, las chicos visten con trajes pasados de moda y las chicas con faldas largas a los tobillos, caminan sin prisa, lentamente, mostrándose amables, serenos y… poca cosa más puedo decir porque hasta la fecha pocas conversaciones he mantenido con este colectivo, porque cuando los veo a lo lejos acelero mi paso mientras me preparo la excusa para no dedicarles un más que correcto “buenos días, no puedo pararme lo siento es que llego tarde, gracias” detenerme significaría que les doy expectativas de que me interesa comprarles lo que venden y sinceramente mucho tendrían que cambiar las cosas. 

Pues ese día en el momento que nos encontramos a la misma altura de la calle uno de ellos me dijo “espere señora” yo no sé porque mi cuerpo se detuvo cuando no lo he hecho nunca, el señor abrió la carpeta y mostrándome la mejor de sus sonrisas me dijo “tenga para usted, este idioma lo entiende, no?” y va y me saca el panfleto detuvidaenunnuevomundo en musulmán, átate los machos, el amable vendedor de nuevos mundos se pensó que yo era marroquí, ya tenía la excusa perfecta para largarme, lo miré y le contesté tajantemente “no soy marroquí, tengo cáncer” el vendedor de nuevos mundos sin dejar de sonreír y sin que le impactara lo más mínimo mi respuesta, me dijo “a pues espere señora” y buscó en la carpeta un panfletillo en español al tiempo que yo reiniciaba mi paso mientras se me escapaba una tímida sonrisa, en ese momento me di cuenta de mis sospechas: están programados. Era imposible imaginarme que me encontraría con un robot por la calle.

Y ahora me gustaría compartir con todos vosotros el dibujo que mi princesa Lucietis me hizo este fin de semana, ella toda chula cogió su libreta y un  boli y fue a dibujar a la mama y este fue el resultado:


Cuando me lo vino a dar toda orgullosa añadió sonriendo "Mira mama te he hecho con coletas" ¡que más se puede pedir! 

Como no podía ser de otra manera esta canción va para ella porque me fascina ver el mundo a través de sus ojos y por que me encanta cuando me dice que estoy guapa. ¡Como no voy a estar guapa si soy su mama!